FLUSHING, NY –Los rojos del New York Red Bulls cerraron su ‘Ahora Sí’, ante su clásico rival New York City FC. Es que al equipo neoyorquino le faltaba ese contacto con su fiel hinchada ‘Esta barra roja no dejo de alentar’, demostró una vez más su apego al equipo de sus amores. El número ‘12’ abarrotó el coloso del City Field de Flushing, que como nunca lució un marco impresionante por lo vivido vestidos de rojo y celeste, durante y después del compromiso que sufrió hasta sus postrimerías que alentaron los cien minutos de juego.
New York Red Bull abrió su camino a la final de la Conferencia del Este mostrando la misma garra, temperamento y coraje.
Y por la única vía el gol, por intermedio del uruguayo Felipe Carballo y del belga Dante Vanzeir. Los celestes del New York City FC encontraron a un arquero como Carlos Coronel quien estuvo en su tarde el paraguayo le aguaba la fiesta a los neoyorquinos. Con sus atajadas dejó con la miel en los labios a todos los locales.
New York City apostada a su defensa que trabajaron a destiempo para contener la avanzada roja, que valgan verdades estuvo medrosa.
Ni Alonso Martínez, menos Maxi Moralez pudieron con la enorme fuerza de espíritu de los dirigidos por Sandro Schwarz. Por allí, Dante Vanzeir y Lewis Morgan, desarticula rizaron la zaga local que se lo permitían.
Tamaño descrédito para la New York City sacarle lustre a un segundo título. Había que despedirse bien de la primera etapa y coronar con broche de oro en el clásico. Entonces, había que irse con todo. El técnico Nick Cushing realizó algunos cambios que de alguna forma le dieron algún respiro arriba pero solo eso un respiro.
Las piernas para los celestes ya no eran las mismas. Y entonces Red Bull, tenía que irse al ataque en post de romper la paridad 0-0. Esto llegó a los 16 minutos, mediante el remate de Felipe Carballo desde la derecha para el 1 a 0 transitorio.
Después del gol de Red Bull ya se codeaba con el festejo. Emil Forsberg se proyectó por la derecha y llegó un nuevo error de la zaga de New York City y ahí estuvo preciso Dante Vanzeir para convertir el 2 a 0 definitivo a los 25 minutos.
Tenía que ser Felipe Carballo y no Forsberg, quien con su gol hiciera delirar a la tribuna del Red Bull. Y entonces, el grito desenfrenado de la hinchada roja no se hizo esperar. New York Red Bull había ganado, cerrando un ciclo y la oportunidad de lograr su primer título tan esperado.
El uruguayo Carballo, pieza clave en estos últimos partidos en que el cuadro de Schwarz se afianzó en el equipo, dedicó el triunfo a “todos los que creyeron en mí y en el equipo”.
“Ahora podemos irnos a descansar tranquilos, luego de días agitados. Se logró el objetivo, que era pasar a la final de la Conferencia Este.
Red Bull es un justo ganador, se lo merece”, refirió. Un ritual rojo danzaba su jolgorio característico sobre el verde del City Field. Tatuados de encanto y sobre una escenografía que dibujaba sonrisas anchas y relucientes.
Los del Red Bull tocaban el cielo. A paso redoblado ingresaron a la cancha sobre una nube de reporteros gráfico, seguidores y curiosos que se plegaban en el túnel. Era el minuto cero. Las bombardas remecían el estadio, y una ovación les daba la bienvenida a ambas escuadras que al final fue de color rojo.
El amor eterno se convertía en la vorágine primitivo de un pueblo neoyorquino que conoce de emociones, actos heroicos y sensaciones que erizan el alma. Once guerreros saltaban al campo y ofrendaban un sentimiento puro y gozoso. Puños al viento, y mirada al cielo. El City Field era un cántico eufórico, desmedido, tribal y emotivo. Los New York Red Bull hacía de su fiesta, la mejor de todas. A volumen alto y compartido en alegrías…