WASHINGTON, DC –DC United y New York City FC jugaron uno de los peores partidos de su historia. Empataron en todo: fútbol (0-0), disparos (22), agresiones (24), tarjetas amarillas (4). Esto ya no es el fútbol que quiere pregonar el cuadro capitalino a su hinchada.
Es la frase que cae redonda para definir a un partido de cero goles, jugado sin contundencia, solidez y potencia ofensiva.
DC United y New York City FC compartieron el perfil bajo y la ineficiencia de un fútbol amarrado, tedioso, conservador, destructor y hasta malero.
Jugaron sin alma, sin vigor, sin fiereza. Jugaron sin la honra que deben mostrar aquéllos que viven y vibran cada segundo de su vida con la gloria de una ‘rojinegra’ o una ‘celeste’.

Se pensaba que la gente del DC United, por estar en su casa, muy juntos a su pueblo, donde el calor y el cariño no les separaba más que el aire del ambiente capitalino cambiaria su accionar.
Uno suele decir que un partido como este no vale los planteamientos y la pizarra, que en vez de ello predominan otros valores como la garra, el temple, el coraje, la valentía, la viveza, el orgullo, la picardía…
¿Vimos eso? No.
¿Y entonces qué partido espectamos?

Uno más del montón, uno de aquéllos que van en decadencia. Y así nunca podremos salir vibrando del estadio y hablando lo bien del fútbol cuando la verdad es que estamos todavía en un desesperante letargo después de la última derrota.
Aquí viene entonces la definición y la conclusión: Se jugó un partido de mala calidad, trabado, con demasiadas imprecisiones y muchos golpes bajos 24 por ser precisos (12 para los capitalino y 12 para los neoyorquinos).
Las amonestaciones, reflejan que la atención estuvo en el lado vedado y no en los goles, como debería ser en la concepción usual de un encuentro.
DC United no puede jugar de esa manera y más aún cuando de por medio está sumar puntos y salir del fondo de la tabla.
Desorden total. Y lo peor de todo, sin cobertura, sin visión para recuperar el balón.

El costarricense Randall Leal, el japonés Hosei Kijima y el capitán Christian Benteke (antes de ser reemplazado por lesión) distantes, esperando el pase largo porque de la zona media nunca tuvieron el apoyo esperado.
Boris Enow, el guatemalteco Aaron Herrera y el australiano David Schnegg no pudieron sincronizar jugadas de riesgo y menos achicar el espacio a los neoyorquinos que desde atrás pugnaban por armar sus líneas.
El zaguero australiano Kye Rowles se dedicó a chocar con Garrison Tubbs y a molestarse con el árbitro Armando Villareal cuando ponían la pierna, lo que no le permitió resaltar su despliegue físico.
Matti Peltola corrió como siempre y marcó como siempre, pero se quedó con las ganas de armonizar el juego.
El atacante Jacob Murrell es un caso aparte. Nunca pudo suplantar a Benteke quien salió por lesión y en vez de darle fútbol al ataque capitalino, lo enredó con sus disparos al vacío, pero sin la precisión de un atacante neto.
En la complementaria el estratega resistido por la afición Troy Lesesne intentó algunos cambios de hombres para dar a su equipo mayor orden, claridad y fuerza.
Ingresó Rida Zouhir por Leal, Jared Stroud por Kijima, Brandon Servania por Enow y Jackson Hopkins por Peltola, pero nada cambió. Todo siguió igual de mal en peor.

Sólo al minuto 80, es decir, faltando escaso tiempo para culminar el partido, David Schnegg pudo decretar el gol de la victoria capitalina. Se encontró en una jugada cara a cara con el meta neoyorquino Matt Freese, pero éste le ganó en el achique.
El mejor trabajo de New York City FC estuvo sustentado en el aporte colectivo de su zona defensiva, armado con cuatro hombres en línea Tayvon Gray, Justin Haak, el noruego Birk Risa y secundado por el apoyo del capitán el brasileño Thiago Martins.
El argentino Maxi Morales le dio el fútbol esperado en la salida e impuso su calidad en la contención. Siempre atento a los rebotes, al pase bien servido y presto para cubrir las espaldas a del costarricense Alonso Martínez y el argentino Julián Fernández.
El problema del cuadro celeste se focalizó de su zona media para adelante, donde el fútbol se ausentó, pero Alonso Martínez resultó al final el jugador que aportó mayor peligro en el arco de Luis Barraza por su fuerza, agilidad.

En sus pies estuvo la oportunidad celeste. Minuto 63 gana un bote y obliga un lucimiento del golero capitalino Luis Barraza. Minuto 86 recibe pase en cortada de Andrés Perea quedando en el mano a mano con Barraza, quien le gana en la salida.
El meta capitalino Luis Barraza se recuperó y fue figura en DC United, como siempre, termina siendo el salvador del equipo. El guardameta capitalino se jugó un partido aparte. Pero al final el resultado es el que habla…