COLUMBUS, OH. -Columbus Crew le ganó categóricamente al campeón defensor Los Ángeles FC y se coronó campeón de la Copa Audi MLS 2023. Nada más, y nada menos. Le dio vida a una tarde perfecta en su casa logrando su segundo título: revirtió el resultado, puso lo que su gente siempre quiere que ponga y decoró la tarde con el gol tempranero de su mejor hombre el colombiano Cucho Hernández quien abrió la puerta al título a los 33 minutos del primer tiempo de penal. ¿Cómo no van a festejar? ¿Qué más podían pedir?
Pero antes del análisis, antes de tamizar las cuestiones tácticas o estratégicas, emergen las imágenes, brotan las postales de esos segundos finales de éxtasis y explosión, de puños al viento y locura. Y ahí está el que sentencio la final el mediocampista ganes Yaw Yeboah con el milagro del triunfo, acomodando la pelota frente a un tumulto de defensores y bien abajo, y lejos del meta canadiense Maxime Crepeau, sello la gran fiesta a los 37 minutos del primer tiempo 2 a 0.
Y ahí está el argentino Diego Rossi, arremolinando los brazos para que la gente de Colón no pare de soñar, señalando con el dedo a la Copa. Y ahí está el puño apretado de Wilfried Nancy con el pitazo final del árbitro Armando Villareal, el paso firme para ir a buscar a sus dirigidos, el abrazo imprevisto y emotivo con Yaw Yeboah, otra vez la caminata y la mano que apunta a la banca al grito de “¡Es para Columbus, es para todos!”, que tiene como destinatario al hincha que sufre.
Y ahí está todo el equipo, con la camiseta amarilla como sus ojos que lloran, que lloran sin parar “porque ese cierre con el gol de Yeboah hizo soñar otra vez y por segunda vez”.
Y ahí está el meta Patrick Schulte, golpeándose el pecho como si ya tuviera mil batallas, besando el escudo que decora su camiseta, señalando vaya uno a saber qué estrella allá en el cielo.
Y ahí van los defensores Steven Moreira, abrazado al francés Rudy Camacho, tranquilo como si nada hubiera hecho, cruzando la cancha como si estuviera paseando por el jardín de su casa. Como si nada hubiera hecho.
Y ahí están todos, locos de la vida, saltando y riendo, aguardando los 97 minutos para salir, listos y desparramar el carnaval de la victoria por esas calles de la “Columbus” y corazones encendidos, que no dormirán.
¿Qué tuvo Columbus Crew para lograr victorias consecutivas en los playoffs? Actitud ganadora. Quienes accedieron a la intimidad de aquel vestuario tras derrotar en su casa al super líder de la liga al FC Cincinnati 3-2, todavía comentan la calentura que gobernaba a todos. Allí nació un juramento tácito: dejar la vida. Allí germinaron las decisiones trascendentes: poner todo ante CF Cincinnati, para que llegaran físicamente diez puntos a la gran final, muy seriamente.
Esa actitud protagónica se plasmó con claridad durante los noventa y siete minutos. Aun equivocando los caminos, Columbus Crew quiso, propuso, fue a buscar, se plantó bien arriba, corrió riesgos. En fin: se la jugó en la final.
Por otro lado, el estratega angelino Steve Cherundolo eligió la otra cara de la moneda. Puso en la cancha dos líneas defensivas: los cuatro del fondo más al colombiano Jesús Murillo, al italiano Giorgio Chiellini, Ryan Hollingshead y el ecuatoriano Diego Palacios, integrados a la línea de volantes. La idea era hacer el aguante y salir de contra. Pero la intención se quedó a mitad de camino. Achicó espacios en su propio sector y tuvo la virtud de presionar sin cometer faltas en los alrededores del área, pero tuvo demasiadas intermitencias en la segunda parte del libreto. Porque el español Ilie Sánchez, el alemán Timothy Tillman y Kellyn Acosta quedaron muy aislados del bloque de contención y hasta cumplieron con ciertas funciones defensivas desacostumbradas, como retroceder por detrás de la línea de la pelota en su propio campo.
Columbus Crew tuvo que intentar el desequilibrio en una cancha superpoblada y no siempre tuvo la lucidez para hacerlo. Sí cuando la pelota pasó por Darlington Nagbe, en el que soltó toda su sabiduría en el complemento. Sí cuando Mohamed Farsi se lanzó por la derecha. Sí cuando el rumano Alexandru Matan-sereno como un veterano- aceitaba los circuitos con precisión en las entregas y cambio de ritmo.
Los Ángeles FC pareció cerrar muy bien el negocio en el complemento tras el descuento del mejor jugador de la liga Denis Bouanga a los 74 minutos del complemento. Es más: tuvo chances para que le cerrara mejor todavía, ya que en los últimos diez minutos tuvo tres o cuatro salidas en contraataque que no prosperaron por imprecisiones de Jesús Murillo en el penúltimo toque, ese que debía dejar en posición de gol a Carlos Vela, siempre vivo para ganar espaldas por la franja derecha.
En el complemento los dos ajustaron sus fichas de la actitud ganadora. Los Ángeles FC y la búsqueda a todo o nada, Columbus Crew a la espera en complicidad con el reloj. Era una pulseada áspera, vibrante, y por momentos estremecedora.
Se movió los cimientos del Lower.com Field. Literalmente. Y esa vibración pareció darle al equipo el impulso final y sus 20,802 espectadores que abarrotaron las graderías. Inventó Diego Rossi por la izquierda y también inventó Alexandru Matan a los 88 minutos ante un tumulto de defensores.
Los Ángeles FC ya no podía, se había diluido con el marcador en contra. A esa altura, ya lo gobernaba la impotencia.
Al minuto final tal vez lo haya soñado el más fanático de los hinchas angelinos. Pero el sueño de revalidar el título no se hizo realidad.
Columbus Crew dejó atrás una barrera altísima, pero en su camino hacia la consagración solo 97 minutos fueron suficientes. Pero eso, claro, ya es otra historia. La historia que palpitará a partir de mañana. La historia de hoy se festeja legítimamente. Ganó el título porque quiso ganar. Ganó el título porque se jugó entero. Y eso es lo mínimo que puede hacer un equipo que volvió a ser campeón…