CHESTER, PA. -Sin desbordes, sin exageración, pero con algo de frialdad desde la prolijidad más absoluta, la fiesta se originó alrededor del Subaru Park con la gente de la Unión, familias enteres con su calor, con su corazón como bandera con la familia García de México, con la familia Chávez de El Salvador, con la familia Hurtado de Puerto Rico, en fin con toda la hinchada del Philadelphia Unión que se calzó de algarabía total en la antesala al partido que indiscutiblemente lo pondría en la semifinal y nada menos que con Leonel Messi y sus amigos y el Inter Miami que dejo en el camino a Charlotte FC.
Fue lógico. Porque la fiesta del fútbol también tiene incorporada la lógica, aunque la influencia de los imponderables y de ciertos avatares azarosos se encuentre fuera de discusión tras el resultado.
Anticipar un Philadelphia Unión ganador no era precisamente exponerse a ningún descrédito por parte del hincha de la ciudad del “Amor Fraternal”. Se veía venir porque se anunciaba en los alrededores del Subaru Park, en las boleterías, en las graderías desde el mismo momento en que este cuadro de la unión modelado por la numero doce y alumbrado por individualidades de real jerarquía, no se permitía caer bajo la sombra de los consagrados afectados por la abulia, la displicencia y el conformismo.
Eso sentía una marea “azul” llamada ‘The U’ a pesar del resultado a favor el equipo está presente…
