WASHINGTON DC. –Mateusz Klich clavó un pie en el campo y el otro en el de enfrente. Flexionó las rodillas y echó el torso hacia atrás, con la mirada fija en el cielo, más negro y rojo que nunca. Cerró los puños, tensó todo el cuerpo y dejó huir, sin esfuerzo, un alarido, de frente a la doble bandeja de politeístas, invitados especiales y periodista… Enseguida lo cubrieron. Se le subieron encima dos, tres compañeros, gritaron con él… eran los 80 minutos del complemento.
DC United no tuvo piedad contra su clásico rival de toda la vida LA Galaxy, lo derrotó 3 a 0 ante 19,215 espectadores que abarrotaron el Audi Field vestido de fiesta a pesar de la intensa lluvia. Le arruinó la continuidad de sus alegrías primaverales. Lo superó con altura y una gran convicción para llevar adelante sus planes. Y sobre todo, ilusionó a la capital con una consigna: éste tiene que ser el año.
La principal razón de un categórico triunfo. Un triunfo en casa. El de DC United sobre su rival de antaño LA Galaxy. El que le sirvió, en definitiva, para ganarle a los angelinos con sus estrellas el mexicano Javier “Chicharito” Hernandez, el español Riqui Puig, el uruguayo Martin Delgado y el neozelandés Tyler Boyd poco pudieron hacer. Allí el cuadro capitalino descargó, en la mitad misma de la cancha, bronca y felicidad, rabia y alegría. Dejó al descubierto, en un segundo de explosión, todo lo que habían hecho para llegar a eso: para poner la franja negra y roja a la misma altura de la ciudad capital, para jugar de igual a igual y también romper el equilibrio, para acabar con los fantasmas, más propios que de nadie.
Los de afuera lo entendieron, parece. Y se sumaron a la fiesta de haberle ganado en casa, que más que eso. Por la forma en que lo hicieron, por lo que prometen hacer…
Ese primer gol de Christian Benteke a los 71 minutos (al propio estilo sudamericano) acabó con los espejismos. Con la pelota en su poder, el equipo capitalino volvió a ser el controlador del partido para el 1 a 0 transitorio. Desde el fondo, el caudillo Derrick Williams pegó los gritos –a veces demasiado cargoso- y la cosa se reordenó tal como había empezado. Entonces dos minutos después, Cristian Dajome apareció para darle cuerda a la ilusión y un 2 a 0 ante la mirada incrédula de la visita…
¿Qué tiene este nuevo DC United para llegar a los playoffs, al campeonato tan soñado? Tiene, primero, un plantel con nombres desconocidos, más que interesantes: Tyler Miller un meta con la cualidad de simplificador, aunque más de una vez se complique la vida con cosas que van más allá del juego; tiene al artillero Benteke y con mencionarlo basta; tiene aKlich, un brillante distribuidor de juego; tiene a Theodore Ku-Diprieto, Lewis O’Brien y Gaoussou Samake, para asustar arriba… y claro todos queriendo triunfar…
Pero, además ahora, tiene claro a qué juega: porque su técnico Wayne Rooney lo trasmite y porque nadie se la cree, porque han hablado de cambiar una mentalidad y en eso están, aunque los hinchas todavía se preocupen más por los fallos del árbitro que por el propio rendimiento de su equipo, en definitiva, lo único decisivo… Porque DC United le ganó al LA Galaxy sin la ayuda de nadie, eso está claro. Le ganó gracias a su propio planteo, a su concentración, a su solidez, a su convicción, a su aplicación táctica, a su entrega sin límites en busca del único objetivo… La copa MLS ’23, porque soñar no cuesta nada.
Eso es lo que trataba de explicar Klich al final, con su grito de nuevo triunfador indiscutible…
