WASHINGTON, DC –DC United en casa le ganó categóricamente al Colorado Rapids. Nada más. Nada menos. Le dio vida a una noche perfecta hasta con juegos artificiales, puso lo que su gente siempre quiere que ponga y decoró la noche con un gol de media chilena del japonés Hosei Kijima, quien selló el triunfo a los 52 minutos del tiempo adicional en la primera mitad con un espectacular remate de chilena.
¿Cómo no van a festejar el DC United si volvieron a la victoria en casa y ante 17,661 almas que colmaron el Audi Field de la capital, después varias derrotas?

¿Qué más podían pedir los capitalinos?
Pero antes del análisis, antes de tamizar las cuestiones tácticas o estratégicas, emergen las imágenes, brotan las postales de esos segundos finales de éxtasis y explosión, de puños al viento y locura. Y ahí estuvieron también adornando la noche Christian Benteke a los 49 minutos con el milagro del triunfo, para sellar la gran fiesta.
Y ahí está el guatemalteco Aaron Herrera, arremolinando los brazos para que la gente de la capital no pare de soñar, señalando con el dedo al ‘Capitolio’. Y ahí está el puño apretado del resistido estratega Troy Lesesne con el pitazo final del árbitro Jon Freemon, con paso firme para ir a buscar el túnel, también estuvo ahí David Schnegg apunta a la banca al grito de “¡Es para la capital, es para todos!”, que tiene como destinatario al hincha rojinegro que sufre, que se banca los 90 minutos con cánticos de aliento.
Y ahí está todo el equipo con el héroe de la noche un japonés llamado Hosei Kijima, con la camiseta rojinegra como sus ojos que lloran, que lloran sin parar “porque ese cierre con el gol de media chilena nos hace seguir soñando”.
Y ahí está el meta Luis Barraza, golpeándose el pecho como si ya tuviera mil batallas, besando el escudo que decora su camiseta, señalando vaya uno a saber qué estrella allá en el cielo.
Y ahí va Lukas MacNaughton, abrazando a Matti Peltola, tranquilos como si nada hubieran hecho, cruzando la cancha como si estuvieran paseando por el jardín de su casa.
Y ahí están todos, locos de la vida, saltando y riendo, listos y desparramar el carnaval de la victoria por esas calles de la ‘Capital’ o simplemente en la ‘Casa Blanca’.

¿Qué tuvo DC United para lograr esta victoria?
Actitud ganadora y resistencia. Quienes accedieron a la intimidad de aquel vestuario unido.
Allí nació un juramento tácito: dejar la vida.
Allí germinaron las decisiones trascendentes: poner todo ante Colorado Rapids, físicamente y muy seriamente.
Esa actitud protagónica se plasmó con claridad durante los 95 minutos. Aun equivocando los caminos, DC United quiso más, propuso más, fue a buscar, se plantó bien arriba, corrió riesgos. En fin: se la jugó y ganó.
El estratega resistido Troy Lesesne eligió la otra cara de la moneda (3-4-3). Puso en la cancha a tres defensores: los tres del fondo Matti Peltola, Lukas MacNaughton y Conner Antley, integrados a la línea de 4 volantes defensores con Boris Enow, Jared Sttroud, el guatemalteco Aaron Herrera y Brandon Servania. La idea era hacer el aguante y salir de contra.
Pero la intención se quedó a mitad de camino cuando en un contragolpe Rafael Navarro centra un pase profundo al corazón del área capitalina a Darren Yapi quien solo y sin marca coloco el balón al fondo de la red para el 1-0 a favor de Colorado Rapids.

Después del gol DC United empezó a achicar espacios para la libertad del héroe de la noche Hosei Kijima quien era alimentado por el medio sector y tuvo la virtud de presionar sin cometer faltas en los alrededores del área visitante. Tuvo el apoyo de los dos atacantes David Schnegg y Christian Benteke quienes quedaron libres y hasta cumplieron con ciertas funciones defensivas desacostumbradas, como retroceder por detrás de la línea de la pelota en su propio campo.
Si algo le faltaba a la gente del DC United para creer que la victoria era posible, se vio en el complemento con lo soñado, hasta para el más fanático de los hinchas de la capital lo sintiera, que el sueño se hizo realidad.
DC United dejó atrás las últimas derrotas: la primera contra San José Quakes 6-1, con Cincinnati FC 1-0 en casa y la goleada que recibió ante Philadelphia Unión 3-0 que lo colocaba en los últimos casilleros de la tabla.

Pero eso, claro, será otra historia. La historia que palpitará a partir de mañana. La historia de hoy se festeja legítimamente. Ganó porque quiso ganar. Ganó porque se jugó entero. Y eso es lo mínimo que puede hacer un equipo que quiere ser protagonista…