CHESTER, PA –Desde el guardameta Andrew Rick, que demostró su buen nivel e incluso se dio el lujo de atajarle un penal a Aodhan Quinn en la ruleta de los penales y a postrimerías del encuentro, hasta Alejandro Bedoya, todos le cumplieron al entrenador al nuevo estratega sudafricano Bradley Carnell en casa.

El uruguayo Bruno Damiani prácticamente se paseó con la volante de la unión, apoyado por el lugarteniente el venezolano Jesús Bueno. Y ni qué decir de los arietes con el danés Mikael Uhre y Jeremy Rafanello.
La defensa local no ataba ni desataba con James Musa y Benjamin Ofeimu. Ni Aedan Stanley, pobre muy pobre.
Y eso que Philadelphia Unión empezó ganando. Los socios del gol, Cavan Sullivan y Alejandro Bedoya, hicieron su aparición. Sullivan se la puso en bandeja a Bedoya, quien solo y sin marca puso el 1-0. Era el minuto 6 del inicio del partido.
De seguro que todos pensaron que, a partir de allí, el triunfo de la ciudad del ‘Grito de Independencia’ sería más holgado, pero no se contó con el amor propio y las ganas de Indy Eleven.

Como en la mayor parte del cotejo, se mostró atrevido y nada renuente a irse al ataque. A ello se sumó la pasividad y el exceso de confianza de los locales. Por eso no era de extrañar el empate, que llegó a los 48 minutos por parte del artilleroElvis Emoh quien se sumó al ataque y el 1-1 que paralizó el Subaru Park.
Esta vez los talentos de cuadro azul están bien recibidos, lógicamente, pero al fondo aún le falta mucha continuidad, consistencia, oficio y hasta físico para soportar los embates en esa zona. Y, además, claro, su presencia es requerida en la zona de fuego.
Con actitud, en una palabra. Nada es más importante que eso para un equipo, por encima de planteos tácticos adecuados o no, de la suerte o la mala suerte, de las circunstancias imprevisibles y hasta de la categoría de sus tiradores que las supieron embocar al fondo de las redes.

Sin actitud positiva, clara, un equipo es nada, o poco. Philadelphia Unión tiene eso, en esta etapa de calidad menguante, y con eso sobrevive. Lo comprobó Indy Eleven al final de la Ronda 32 de la US Open Cup, dominador intelectual del juego durante casi 120 minutos de juego, dueño del desarrollo al vaivén de los toques de Jeremy Rafanello, las gambetas picantes de Alejandro Bedoya autor del gol, la movilidad con criterio de Kai Wagner y el desborde del israelí Tai Baribo.
Con ellos y la tendencia colectiva de presionar a Indy Eleven en el arranque, el conjunto del estratega Bradley Carnelleligió tiempos y espacios, asimiló la desventaja inmerecida, noqueo por maduración en los penales y pareció a punto de quedarse con todo, claro y tratar de seguir con vida en la US Open Cup 2025.

Lo hizo, claro, y lo pagó como suele hacerlo desde hace meses. Con esto el Philadelphia Unión se podría decir que no murió por ser incapaz de matar en los 90 minutos, y ésa es una ventaja exagerada para un equipo de los conjurados optimistas. Y hoy pasa a la corte de los milagros…