LANDOVER, MD -Colombia, no le tuvo piedad a Estados Unidos. Colombia, no le sobró nada. Colombia, no necesitó nada, pero al margen de esas circunstancias propias del juego, el equipo ‘Cafetero’ crece en confianza, se hace solidario, se sobrepone a los errores, cree en sí mismo cada día más. Lucha, corre, juega cuando puede, sufre con la gente, pelea, respira, sueña. Este equipo del estratega argentino Néstor Lorenzo, quiere más y su meta es la Copa América 2024.
Colombia brillo ante un Estados Unidos confundido y falto de fútbol. Un Estados Unidos el de las goleadas impiadosas y frecuentes. El de la gloria en la CONCACAF. Un equipo vistoso y contundente, seguro de sí mismo, intérprete del fútbol unánime y sin tiempos, corría porque se juega corriendo, simplemente.
Ahora cambió. Y tanto. Y en un lapso tan breve en 90 minutos. El viejo protagonismo de Christian Pulisic o de Gio Reyna lo asume el descontrol, con su orgullo a cuestas. Las garantías inviolables que extendía Estados Unidos están hoy en manos del estratega Gregg Belhalter, a ver qué pasa. Los gritos innumerables que originaron Chris Richards, Cameron Carter-Vickers y esencialmente el de Folarin Balogun, pasean por los túneles del olvido de nombre en nombre, buscando un destino confiable.
Y que se terminó en los primeros 6 minutos del inicio cuando Colombia estableció la posesión del balón por intermedio de James Rodríguez quien centro un pase al área en donde el zaguero Antonee Robinson en su intento de despejar el balón habilito a John Arias este sin marca remato al ángulo izquierdo del meta Matt Turner para el 1-0 y la euforia de los 55,494 espectadores que se hicieron presentes al Commanders Field.
Luego del gol todo se hizo más difícil sin sonrisas, de verano y la pesadilla reiterada que encarna al equipo de todos, del pésimo juego que presentó, y que alguien reaccionó. Alguien —tal vez el entrenador, tal vez los propios jugadores—, Estados Unidos entendió el dramatismo de tener los pies apoyados levemente en el lecho del rio Potomac, supo que era hundirse o flexionar las rodillas y apuntar hacia arriba, rumbo a la superficie.
Pero Colombia salió con todo a los 19 minutos por intermedio de Jefferson Lerma quien le gana al defensa central Tim Ream y de cabeza habilita a Rafael Santos Borre este de espaldas al arco hizo una media chilena de antología delante del meta Matt Turner quien vio caer su portería por segunda vez.
Para el complemento Estados Unidos reacciona a los 58 minutos por intermedio de Gio Reyna y Haji Wright quienes desorientaron la zaga cafetera y Tim Weah recibe un pase de Foliran Balogun este libre y sin marca remata desde fuera del área para el descuento a favor del cuadro local era el 2-1.
El descuento parecía que cambiaría la historia de equipo de todos, pero a los 77 minutos el centrocampista estadounidense Johnny Cardoso fue interceptado por Luis Sinisterra quien habilita a Richard Ríos este remata, pero su disparo rebota en Cameron Carter-Vickers cambiando la trayectoria del balón para perderse al fondo de la valla norteamericana para el 3-1.
El asunto es cómo llega la explicación a este resultado adverso para el equipo de todos: Con entrega absoluta de Colombia. Con la convicción renovada de un equipo que quiere más. Era, otro abanderado de la resistencia y 8 minutos después nuevamente Colombia aprovecha un rebote de Tim Weah interceptado por Juan Fernando Quintero este centra para Jorge Carrascal quien entraba por la banda izquierda tuvo el espacio necesario para colocar el balón al fondo de las redes para el 4-1 lapidario.
Estados Unidos jugando bien o mal, entro con otra actitud, en una palabra. Nada es más importante que eso para un equipo, por encima de planteos tácticos adecuados o no, de la suerte o la mala suerte, de las circunstancias imprevisibles y hasta de la categoría de sus integrantes. Sin actitud positiva, clara, un equipo es nada, o poco.
Estados Unidos tenía eso, en esta etapa de calidad menguante, y con eso sobrevive. Así lo comprobó Colombia, dominador intelectual del juego durante los 90 minutos, dueño del desarrollo del vaivén de los toques de Jorge Carrascal, las gambetas picantes de Richard Ríos, la movilidad con criterio de John Lucumi. Con ellos y la tendencia colectiva de presionar a Estados Unidos en el arranque, el estratega cafetero Néstor Lorenzo eligió tiempos y espacios.
Y cuando parecía que terminaría el castigo a los 88 minutos llegó la estocada final por intermedio de John Lucumi este intercepto un pase de Cameron Carter-Vickers en la mitad de la cancha y Juan Fernando Quintero recibe el esférico para habilitar a Luis Sinisterra este solo y sin marca coloco el balón al ángulo derecho del meta Matt Turner para decretar la humillante goleada 5-1 y la euforia total de todo el pueblo colombiano.
Colombia ganó por maduración a punto de quedarse con todo. Lo hizo, claro, y lo pagó como suele hacerlo desde hace meses. Podría decirse que mató a un Estados Unidos por ser incapaz de reaccionar, y ésa es una ventaja para Colombia de los conjurados optimistas.
Porque Colombia quiere seguir, ganar y crecer. Porque los caminos de la vida. No son como yo pensaba. Como los imaginaba. No son como yo creía, difícil de caminarlos. Y no encuentro la salida. Pero Colombia si la encontró en la capital estadounidense…